El autor de este texto no quiere dar su nombre, está bastante apenado todavía.
Hoy estuve despierto la mayor parte de la noche, tener muchas cosas en la cabeza puede ocasionar esporádicos arranques de falta de sueño. Soy hincha de Alianza Lima desde que tengo memoria, me alegraron muchos días y me amargaron algunos otros, pero es parte de la vida caer y levantarse, porque no vivimos en un mundo perfecto por más que el club de tus amores parezca un paraíso.
Pasaba la mañana en trabajo a distancia y por momentos
miraba el reloj, el maldito avanzaba muy lento, tan lento como en los días en
que esperaba a la hora de salir al estadio. Hoy no podemos encontrarnos con ese
campo de juego que soporta de todo, hoy solamente gritaré y putearé al que se
lo merezca desde mi sala, si estoy de acuerdo, no es lo mismo, pero es lo que
tenemos ahora, gritos contenidos y un grupo de jugadores que no engañan a
nadie, que se están haciendo pasar por un equipo, ese equipo no es mi equipo.
Luego todo fue muy veloz y confirmé los nombres de aquellos
que hoy me darían mucha cólera, que ya estuvieron estrujando mi camiseta
blanquiazul, aquella que quise dejar de lado pero no pude. Le tengo mucho
cariño, mucho cariño de verdad. Hoy no jugaron, no sobrevivieron, hoy nos
engañaron nuevamente y formaron un remedo de equipo. Lo malo no se vuelve bueno
de la noche a la mañana, muchos malos tampoco se convertirán en muchos buenos
tampoco, eso no pasa en la vida real.
¿Y por qué nos hicieron esto? Acaso es tan fácil romper una
conexión, la conexión que los hinchas tenemos con nuestro club, la que los
jugadores deben tener con un club, esa conexión de la que ellos no tienen ni
idea. Un mal pase, una mala jugada, una pelota que no corrieron, eso traiciona
a cada uno de nosotros, los que estamos atrás de una tele o escuchando el
partido en secreto. Hoy nos dieron una cachetada, todos ustedes.
La soberbia, el conformismo, la arrogancia y una pizca de
mala suerte formaron una bomba molotov en los cimientos blanquiazules, todo salió
mal en este maldito año. Ya de por si anda jodiendo este 2020, ahora me aleja
de mi equipo mientras se va a segunda división. Muchas cosas pasaron al mismo
tiempo, muchas de las cuáles advertían este final pero les importó un carajo.
Ahora sáquense la camiseta que no supieron representar, sus lágrimas no deben
tocarla, ya que lloran como niños sobre lo que no supieron defender como
hombres.
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