Punto de partida

La seguridad en los alrededores del estadio se incrementa a cada minuto que se acerca el partido. Afuera del Nacional las colas son largas, hay caballos, policías, revendedores y golosinas, camisetas en el piso y gente despistada preguntando por la Sur en el lado de Occidente. Hay ambiente de copa señores.

Primera fecha del grupo A. Alianza recibió al último campeón de América

foto: elbocon.pe

Al entrar al estadio la tribuna sur, pintada con la multitud azul y blanca, te recuerdan quien juega hoy en condición de local. No se achican, no se sienten menos que el visitante campeón de América, si antes le ganamos al Estudiantes, ¿Quién te dice que hoy no hacemos lo mismo? se preguntan entre ellos mientras supervisan que los minutos corran uno tras otro. De pronto, las pifias fueron ensordecedoras, una niña impaciente metros más adelante le tiene que gritar "Papá, son bien grandazos" en un arranque de asombro por los jugadores visitantes, pero el padre no tuvo tiempo de verlos, los aplausos y gritos ya estaban recibiendo al equipo blanquiazul. El inicio del encuentro está ya muy cerca.

El inicio fue como más o menos se esperaba, River empezó bien, rápido, vertiginoso tocando y amenazando con vulnerar el arco defendido por Pedro Gallese, sumando jugadores por derecha y apretando a un Guidino que se mostraba nervioso con la pelota en los pies. Ahi justamente, a su lado, estaba la clave del juego, el entrenador Miguel Ángel Russo se mataba pidiendo calma y juego elaborado a sus dirigidos, pedía que se sacudan la pesión y desarrollar el juego que les traería calma. Gallese salvó un mano a mano y Affonso desaprovechó en su lentitud una a su favor. Conforme pasaban los minutos Cartagena se imponía en el medio, Manzaneda la tenía un poco más y Alianza atacó mejor. Justamente Manzaneda puso el 1 a 0 a favor luego de un saque de banda largo efectuado por Cuba. Como debía ser, Alianza lo sufrió y cuidó su diferencia a favor, al menos en la primera etapa.

Alianza ya se puso en ventaja con gol de José Manzaneda luego de un saque lateral

foto: larepublica.pe

En la segunda mitad se pusieron a prueba los nervios y la paciencia de la hinchada, Alianza no daba tres pases seguidos, River y el temor a equivocarse los llevaron a eso. El técnico Russo gesticulaba exageradamente sin obtener respuesta en el campo, por eso busco respuestas en la banca, Arroé primero, luego Cruzado y Felipe Rodríguez reemplazaron a Ramírez, Costa y un discreto Quevedo. La medicina tardó un poco pero se vió reflejada en el campo, con Cruzado se tuvo pase seguro, mayor circulación y con Arroé y Rodríguez se tuvo algo más de frescura en el ataque, aunque tal vez no la esperada o la que necesitaba el partido. River por su parte sacó a Prato, un irreconocible Quinteros y Poncio para dar pase a Suárez, Ferreira y De la Cruz. Mientras pasaban los minutos más fuerte era la fe del hincha, fe en que el equipo podía ganarle al mejor de América como ya antes lo hiciera, fe que se puso a prueba cuando un centro de Javier Pinola encontró el brazo extendido de Rodrigo Cuba, fe que se depositó en Gallese y que sirvió para que el arquero peruano ataje el penal ejecutado por Borré. Ya con aires victoriosos y con el partido casi en su final, una última jugada silenció el Nacional, un tiro libre precioso y digno de aplaudir, en otro momento al menos, se ubicó en el ángulo izquierdo al cual Gallese no pudo llegar por más que se estiró. El uno a uno estaba consumado.

Borré ejecutó el penal y Pedro Gallese le dijo no a su celebración. 

foto: elcomercio.pe

La salida del estadio fue amarga, se masticaba rabia y algunos expresaban su impotencia con lágrimas en los ojos, esa impotencia que te da el recibir un gol al minuto final, esa impotencia que te impide celebrar un triunfo en casa después de bastante tiempo, esa misma impotencia que te recordará que no pudiste ganarle al campeón de América. La cólera puede pasar y seguramente las heridas sanarán conforme pasen los días. No sabremos si este punto le vale al Alianza hasta que lo necesite, por ahora es mejor tomarlo con un punto de partida y no como un punto final.