A lo largo de las eliminatorias y de los años que vemos y seguimos a la selección peruana de fútbol sabemos que ningún partido es fácil, por más que el rival venga disminuido o en el papel sea el más accesible de la competición, tenemos la costumbre de padecer en los minutos finales, ya sea por un empate o una victoria. La noche del jueves en el estadio Monumental no fue la excepción.
La selección volvió al Monumental
foto: líbero.pe
El 28 de marzo pasado, luego del triunfo (sufrido) ante la selección de Uruguay empezaba la planificación para el encuentro que acabamos de ganar a la selección boliviana. Con muchos meses de anticipación y con muchas dudas que se resolvieron en el camino. Guerrero no estuvo el jueves y eso nos costó, Bolivia iba a ser un rival duro y hasta cierto punto lo fue. Jefferson Farfán fue postulado para este partido y finalmente terminó jugando. Demasiadas noticias para mucho tiempo de análisis.
Nuestro equipo termina amoldándose al ritmo del rival, sin quererlo lógicamente. Ante la selección más débil de visita del torneo se vio un Perú con más ánimo que fútbol concreto. Sin Paolo Guerrero en su posición de 9, todos los jugadores que sean ubicados en su lugar tendrán la mala fortuna de ser comparados con él, siendo esto un hecho más que una opinión, Raúl Ruidíaz no tuvo como hacerse sentir en la defensa visitante. Esto hizo que el jugador del Morelia mexicano baje constantemente para enlazar jugadas con Christian Cueva o el mismo Farfán, alejándolo de la jugada final y por lógica de su posición en el campo de juego.
Las ausencias de Yoshimar Yotún por lesión y Renato Tapia por suspensión obligaron a las modificaciones por parte del entrenador Ricardo Gareca y es por esto que tuvimos en el campo a Pedro Aquino y a un sacrificado Edison Flores, a quien la calidad le da hasta para marcar un gol jugando esta vez más alejado del arco contrario.
Los centrales en un partido justo y correcto de acuerdo a las exigencias del rival, sin contratiempos salvo en jugadas puntuales como en el milagro del minuto 92 en el arco peruano. Ciertamente el juego aéreo ha sido el punto débil en la historia del fútbol peruano, sin contar con errores personales como le sucedió a Carlos Cáceda. La crítica al entrenador va por un punto sencillo, cada jugador tiene un nivel en su equipo, Cáceda hoy es el titular de Universitario de Deportes porque su suplente no está a la altura del puesto. En su momento fue convocado con mucha justicia, pero hoy en día, Carlos Cáceda no salva partidos, ciertamente no salva al equipo crema.
El mejor partido que hizo la selección peruana fue ante Uruguay, ese que lo ganamos viniendo de abajo ese en el que casi nos empatan al minuto final, ese en el que Perú superó en juego y lucha a los visitantes. El jueves por la noches Perú debíó ser superior a Bolivia y ese papel no le quedó muy bien que digamos, no aceptó ser el protagonista principal y menos con las ausencias conocidas.
Las matemáticas nos ayudaban en competencias pasadas para aferrarnos a una esperanza casi inalcanzable. Hoy en día son una realidad un poco más concreta, estamos en carrera todavía, pero los rivales que nos quedan no son precisamente lo más fácil del continente. Esta selección ya hizo historia por lo que ha logrado y por lo que todavía le queda por jugar, la clasificación es poco probable de darse la lógica, pero si vemos el lado optimista, el fútbol no siempre es lógico, sino díganselo a Paraguay que puede perder contra nosotros de local y darse el lujo de ganarle a Chile de visita.
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