Estos últimos días serán inolvidables para muchos peruanos, también
para muchas otras personas. Mexicanos y brasileños los gozan, nosotros también,
en la selección. Son nuestros delanteros, son los jugadores decisivos para sus
equipos, son peruanos. Sus alegrías nos alegran.
Acabo el caos
Cuando Paolo Guerrero llegó al Flamengo se percibió un aire
de satisfacción. Lo que había logrado con el Corinthians lo presentaba como el
delantero ideal para su equipo. La transacción fue controversial, el peruano
era una de las figuras del equipo que consiguió el Mundial de clubes contra el
Chelsea. El jugador que, según sus palabras, sólo jugaría por un equipo en
Brasil, cambiaba de camiseta por una mejora en su contrato.
Las canciones y los hinchas recibieron bien al atacante. Los
goles llegaron y se fueron. Querido y criticado casi siempre Paolo. La única
duda que puede sembrar Guerrero es su nuevo equipo era la suma de frustraciones
cada vez que el gol tarda en llegar. Ciertamente eran otros tiempos.
Hoy el centro atacante -número 9- de la selección y de
Flamengo es sinónimo de gol. Los 10 goles anotados en el campeonato Carioca lo
ubican en lo más alto de la tabla de goleadores. Una campaña excelente para un
delantero, especialmente Paolo, que vive y es feliz cuando tiene contacto
seguido con las redes rivales.
Los hinchas locales gritan que acabó el caos, eufóricos
todos celebran que un guerrero llegó. En Brasil Guerrero encontró la mejor etapa
de su carrera, en Brasil hoy celebran los goles de Paolo, celebremos también nosotros.
Ruidios en México
Raúl Ruidiaz demostraba en el campeonato peruano que su
calidad era demasiada para nuestro nivel. Pero él no era ajeno al fútbol
extranjero, paseó su juego por la Universidad de Chile y Coritiba de Brasil, a
pesar de tener el talento parecía faltar algo en él para que logre el gran
salto. Volvió al Perú a jugar por el Melgar y luego nuevamente a Universitario
de Deportes.
Raúl Ruidíaz con la camiseta del Morelia
foto: rpp.pe
Campeón del fútbol peruano, convocado regular a la
selección. Tenía que llegarle el momento de emigrar. Justamente gracias a sus
actuaciones con la selección peruana y un gol decisivo (el de la mano) a
Brasil, terminaron de convencer a los directivos del Morelia mexicano para
llevarlo a su equipo. Ya no hace falta preguntar cómo le fue.
Ruidíaz se ganó el puesto y a la afición a punta de goles.
Su contextura poco habitual para un delantero, no le impidió ser el goleador de
su equipo. Sus actuaciones valieron para que el equipo pueda salvarse del
descenso, al último minuto, cuando ya no había tiempo para más, ahí apareció
una vez más Raúl, el pequeño número 9, más grande que nunca, para decir que el
Morelia no baja.
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