Últimamente los sentimientos del hincha blanquiazul andan revueltos. El equipo no está funcionando, los resultados no son terroríficos pero no están a la altura de lo que ellos llaman "el más grande del país" y aún cuando ganan a la gente parece no bastarle. El fanático de Alianza Lima es exigente y eso lo saben todos. Eso incluye a Roberto Mosquera por supuesto.
La tarde de hoy la historia fue hasta cierto punto parecida. La tensión se siente en el estadio, avanza con el correr de los minutos. Los hinchas de tribuna Oriente reciben de manera hostil al entrenador de su equipo. En el lado del frente la historia no es distinta, la tribuna de Occidente "derrama lisura" cada vez que el equipo falla un pase o una jugada no tiene buena ejecución. La mayoría insultos, casi todos dirigidos al técnico.
El partido con Defensor La Bocana se presentaba como un salvavidas, un desahogo para superar el mal momento del equipo. De los últimos cinco partidos, Alianza solamente ganó cuatro puntos, fruto del triunfo ante Cristal y el empate con Ayacucho, ambos de visita. En su estadio sufrió las derrotas ante UTC y Juan Aurich para luego terminar perdiendo el clásico el último jueves. El partido de esta tarde se prestaba como para empezar la recuperación del equipo y que vuelva el buen juego.
Nada de lo pensado o deseado ocurrió en el césped (descuidado) del estadio victoriano. La Bocana se presentó con cuatro defensas y cinco volantes. El arco era de Manuel Heredia y el atacante solitario era Roberto Jiménez (Malingas para los amigos). Por su parte Alianza recuperaba a su goleador ausente del clásico Lionard Pajoy, volvía también Luis Ramírez, Bazán, Landauri y Montaño completaban ese ataque aliancista. Ese primer tiempo pudo ser más aburrido, mas lento, más previsible pero en los últimos cuatro minutos hubo un par de ocasiones para el equipo local que se quedaron en solamente casi.
Para el segundo tiempo el ambiente ya estaba más cargado. A la gente no le gustaba lo que veía en el campo de juego. Un equipo sin ideas, pocas jugadas claras y menos ocasiones de gol. Y es que la sensación de las tribunas es que el equipo puede jugar mejor y ante La Bocana (con todo respeto) eso debería notarse. Manco y Larrauri entraron para cambiar la manera de atacar y en cierta forma lo lograron. Quedará como recuerdo que Wilmer Aguirre regresó al estadio que alguna vez gritó sus goles, sólo que esta vez jugando con el equipo contrario.
Lionard Pajoy fue el que evitó la tragedia de seguir perdiendo puntos de local. Un centro de Miguel Araujo tras pase de Manco facilitaron las cosas. Faltaba ese gol para desahogar toda la rabia contenida. El grito de gol se escuchó en todo el Alejando Villanueva y luego llegaría el segundo por intermedio del mismo Pajoy. Alianza hizo esperar a los espectadores hasta el minuto 80 para poder gritar gol. Vale el triunfo, ayuda bastante a trabajar mejor. No es suficiente para las tribunas y menos para el profesor Mosquera. Al principio de año se habló de los nueve años, de los retos y la forma en la que se debía jugar en Alianza Lima. Finalizando el mes de julio, esas palabras están aún en los oídos de los hinchas y son lanzadas combinadas con insultos hacia todo el mundo. Eso incluye a Roberto Mosquera por supuesto.
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