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El fútbol fue y debe ser siempre un espectáculo. La legión de seguidores, hinchas y fanáticos que tiene alrededor del mundo así lo confirman. Y por supuesto, los llamados a ser figuras de este show son los jugadores. Pero cuando un partido termina accidentado o interrumpido por un acto que se de fuera del campo de juego, espectáculo se mancha y se desvirtúa toda lógica del juego.
Estábamos presenciando un clásico aceptable, venía de menos a más el partido en general en emociones y hasta en juego. Alianza había mostrado en el primer tiempo que quiere llegar al arco rival pero que no tiene clara la idea de juego en los últimos 25 metros del campo.
Si bien el equipo local se mostró entusiasta en el ataque y salió con intención de abrir el marcador, fue finalmente el rápido ataque de la U el que pudo romper el cero gracias al gol de Diego Guastavino a los 10 minutos del partido. Alianza volvía al ataque intentando sacudirse del golpe pero su defensa evidenciaba nerviosismo con constantes fallas en pases o rechazos a cualquier parte. Aún así con problemas conservaron el marcador sin moverse hasta el final del primer tiempo.
Ya para el segundo tiempo Alianza daba muestras que buscaría cambiar el marcador con el ingreso de Andy Pando por Mimbela. Las cosas empezaban a mejorar para el equipo íntimo ya que al minuto de la reanudación del partido consiguió el empate por intermedio de Julio Landauri quien quizo realizar un centro pero la pelota terminó desviándose en Balbín y descolocando a Cáceda. Con el ánimo en lo más alto tras el gol, Alianza siguió atacando en busca del segundo gol mientras que la U todavía no asimilaba el golpe. Tanto así que al minuto siguiente se da un centro al área crema que no pudieron conectar los atacantes aliancistas.
Es entonces que se escucha una bombarda (una más) desde tribuna sur. Tras ese acto, el árbitro del partido Henry Gambeta decidió suspender el partido. Cabe mencionar que antes del inicio del encuentro ya se habían detonado algunas bombardas y por los alto parlantes se hizo la advertencia de si se detonaba una bombarda más, se suspendería el partido. Con la advertencia hecha, el árbitro sustentó su decisión y se retiró del campo de juego.
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Son estos los casos en que cada jugada de lujo, cada sensacional gol de tiro libre o toques rápidos de algún equipo pasan al olvido y se hablará solamente de cosas extra deportivas. Son estos actos los que matan al fútbol y nos condenan a presenciar canchas vacías, ahora se buscará la programación de los minutos que faltan por jugarse y seguramente (debería) caerá una sanción al estadio de Alianza Lima. ¿Perjudicados? Todos los que gustamos de fútbol. ¿Beneficiados? Quiero pensar que nadie.
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